martes, 1 de noviembre de 2016

Polémica: nuevo aumento de sueldo para diputados y senadores

En la carrera de los salarios contra la inflación de este año, los legisladores nacionales se colocan claramente en el podio de los triunfadores”, dice La Nación al inicio de una nota. “Polémica por un fuerte aumento en la dieta de diputados y senadores”, titula Clarín su artículo sobre el mismo tema. Mientras que La Izquierda Diario sentencia: “El aumento del 47 % en las dietas de diputados y senadores generó gran indignación popular”. Ojalá, agrego yo.
Según calculan algunos, “$141.000 es el monto al que podría llegar un legislador que cobra su salario más los adicionales por desarraigo y viáticos (pasajes terrestres y de avión), pudiendo canjear estos últimos por dinero en caso de no ser utilizados”. Y, por si algo le faltaba esta historia, la diputada nacional mendocina de Cambiemos, Susana Balbo, afirmó lo siguiente “deberíamos ganar el doble”.
La decisión fue tomada por los presidentes de la Cámara de Senadores, Gabriela Michetti, y de Diputados, Emilio Monzó, ambos de Cambiemos, la Alianza gobernante. Y vos, ¿qué pensas sobre este nuevo aumento salarial de nuestros legisladores nacionales?.
Personalmente, le voy a dar la razón a la diputada Balbo. ¿¡¿Qué?!?. Sí, lo que leíste. Dijo la legisladora: “Si yo lo comparara con los sueldos que tienen personas que están en mi empresa, que tienen mucha menos responsabilidad que la de un diputado que está legislando para el país, deberíamos ganar el doble”.
En febrero de 2012 ya se había vivido una polémica similar. En aquella oportunidad escribí un artículo titulado “Aumento a Diputados y Senadores Nacionales”. Allí decía: “Desde un lado se habla de polémico aumento, irritante, al decir que los legisladores se aumentaron la dieta en un 100%. Se critica el hecho de que sea en un contexto de ajuste, de quita de subsidios, y negando la inflación. Se cuestiona la desproporción con los aumentos a negociar en las paritarias de los trabajadores. Y los opinadores amateurs, influenciados por los opinadores pagos, no hacen más que quejarse e indignarse, repartiendo insulto a mansalva. Reaparece, o resurge, el discurso antipolítico”.
Estamos hablando de legisladores nacionales. Un diputado es un representante del Pueblo, elegido por el Pueblo. Los legisladores nacionales pueden sancionar leyes, dejar de sancionarlas, o derogarlas, y con ese simple voto pueden hacer felices a millones de personas o arruinar sus vidas.
Y bueno, me dice uno, esos tipos no laburan nunca, se la afanan toda, y no hacen nada por la gente. Eso ya es otra cosa. Y quizás ahí debemos poner el eje del debate. No importa si poco más de 300 tipos se suben el sueldo unos quince mil pesos cada uno por mes. Dentro del presupuesto es un porcentaje ínfimo. El problema es que los actuales diputados y senadores nacionales, en su gran mayoría, no se la merecen, no se la ganan, y su trabajo realizado no lo vale. Pero esto es de todos los días. Y nos tenemos que indignar, reaccionar y accionar, más allá de una tapa oportuna de Clarín o un título interesado de TN.
Los legisladores nacionales, en su mayoría, no representan a nadie. ¿Y por qué llegan ellos?. ¿Y por qué los terminamos votando?. Hoy, lamentablemente, difícilmente pueda hacer política partidaria con chanches reales de acceder a un cargo electivo el que no tiene plata. Ahora, imaginémonos que algún día llegase un laburante, de esos que hoy hacen malabares para llegar a fin de mes con su familia, y que trae propuestas posibles, realizables, por el bien del Pueblo. ¿Alguno se molestaría porque cobre $140.000 al mes?.
Y no quiero caer en esos pensamientos que también se escucharon estos días: “un sueldo alto evita la corrupción”. El corrupto lo es con sueldo bajo o con sueldo alto, aunque lo que pueden variar son las tentaciones. Es cierto que lo que tiene que caer mal no es el aumento sino las coimas, como dijo algún diputado. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”.
Indigna que los diputados y senadores nacionales se aumenten el sueldo a sí mismos, en un porcentaje tan elevado, desproporcionado con respecto a las paritarias de los trabajadores, ganando 10 a 12 veces lo que cobra un docente, en un contexto de ajuste, de aumento de la desocupación, de incremente de la pobreza, de tarifazos… Indigna.
Entonces, ¿qué alternativas existen?.
Miriam Bregman, diputada nacional, declara: “Desde el primer día que llegamos al Congreso con mi compañero Nicolás del Caño presentamos un proyecto para que los diputados cobren el equivalente a un sueldo docente. Eso hacemos los diputados del PTS-FIT, y además destinamos el excedente al apoyo a las luchas de los trabajadores y causas populares”.
Por su parte, el legislador porteño de Bien Común, Gustavo Vera, lleva devuelto a diferentes organizaciones de la sociedad civil, ante escribano público, la suma de $860.000 pesos de su salario, a lo largo de los 34 meses de su mandato. “De esa manera, Vera cumplió con una de sus promesas de campaña que era la de quedarse con el salario de un director de escuela y devolver el resto del dinero como legislador a diferentes organizaciones educativas, deportivas, culturales, sindicales y sociales”.
Para ir finalizando, me pregunto: si un diputado o senador nacional honrase su trabajo y lograse que se sancionen leyes que eviten el endeudamiento público sideral que fomentan desde organismos internacionales, o que no permitan la transferencia de ingresos de los sectores vulnerables a los más poderosos, o, mejor aún, logre que avancen iniciativas legislativas que mejoran la calidad de vida de millones de personas, que generen trabajo digno, mayor poder adquisitivo en la gente, acceso a una vivienda, a la educación, a la salud… ¿acaso no estaríamos de acuerdo en que tiene más que merecido el actual salario?.

Pero sucede que solo excepcionalmente llegan a esos cargos aquellos que viven el día a día como nosotros. Suelen llegar los de siempre, la clase dirigente, la elite, la jerarquía, la casta, los de arriba, los que siempre ganan y nunca pierden... Por eso vuelvo a preguntarme: Si queremos obtener resultados diferentes, ¿por qué seguimos haciendo lo mismo?.

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